JW Broadcasting del mes de noviembre 2019

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sábado, 22 de agosto de 2015

Estas palabras tienen que estar en tu corazón


Video que se analizará en la 
Reunión de Servicio
Semana 17 al 23 de agosto del 2015
Duración 1:08:49


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El video Estas palabras tienen que estar en tu corazón subraya la importancia de que la adoración en familia sea regular. Véanlo juntos y luego analicen las siguientes preguntas. 

Preguntas analizar en la Reunión de Servicio
1) ¿Por qué no estaba centrada la familia Román en las cosas espirituales? 
Tomás Román: Mónica, mi esposa, empezó a trabajar hace unos años. Nos envolvimos demasiado en el trabajo, y eso afectó a la familia.  

Mónica: ¿Si, cariño, qué pasa? 

Tomás Román: Amor, ¿qué tal si cenamos todos juntos y luego hacemos la Adoración en Familia? Hace siglos… Bueno, nos vemos luego. Besos. 

(Jovencita) ¡Súper! Ya puedes entrevistar… 

Tomás Román: Rebeca, nuestra hija, se enredó en proyectos después de clase. 

(Mira esto) Rebeca: ¡Uuuh…! A la portada. 
Tomás Román: Uno de los proyectos hizo que pasara mucho tiempo con un compañero de clase. 
(Profesora) Preparen juntos el próximo debate. Vayan pensando en un tema y búsquense  argumentos a favor y en contra. 
Tomás Román: Marcos es nuestro hijo mayor.  
(Amigo) ¡Hey, Marcos! Escuché el CD que grabaste.  
Tomás Román: Estaba entregado a la música.  
(Amigo) Te quedó genial. Oye, estoy organizando una fiesta. Tú tienes que ser el de la música.   
Tomás Román: Y eso lo expuso a malas compañías.  
Productor 1: Con esta música vas a llegar muy lejos.  
Productor 2: Okey, muy bien. 
Productor 1: Si es buena, ganaras mucho. 
Tomás Román: A Nicolás, el pequeño, nadie le prestaba atención. No éramos una familia. Cada cual iba por su lado.  

2) ¿Por qué fracasó el hermano Román en su primer intento de estudiar en familia? 

Tomás Román: Rebeca, hora de bajar. ¿Recuerdas? Adoración en Familia. 

Rebeca: No, papá, dijiste a las seis. Ya son las ocho por si no te diste cuenta.  

Tomás Román: Es la hora del estudio. ¡Vente! 

Marcos: Estoy ocupado. 

Tomás Román: No, no lo estás. ¡Baja! 
Marcos: Déjame en paz.  
Tomás Román: ¡Qué bajes! 
Tomás Román: (Mis intentos de reunir a la familia dejaban mucho que desear). 
Tomás Román: Muy bien, 
Tomás Román: Hoy vamos a hablar… de por qué es importante… ser regulares… en el estudio de familia… para que todos… confiemos en Jehová.  ¿Qué? 
Rebeca: ¿Y tú qué sabes de eso? 
Mónica: ¡Rebeca! 
Tomás Román: ¡Me mato, trabajando para que tú no tengas que luchar tanto como yo! 
Rebeca: ¡Nunca estás en casa! ¡Llegas a las nueve o diez del trabajo, te pones a ver tele y te vas a dormir! 
Tomás Román: Bueno, así es el sistema de Satanás. Ya verás cuando tú empieces a trabajar. Entonces opina. 
Rebeca: ¡Claro, siempre soy yo la que no sabe nada! 
Mónica: ¡Rebeca! ¡Basta! Tu padre y yo hacemos todo lo que podemos.  
Rebeca: Ah, ¿en serio? 
Marcos: Qué ridiculez.  
Mónica: Y tú, ¡te sientas en esa silla! 
Marcos: Lo siento…, es que me abruman la paz y la espiritualidad de esta familia.  
Tomás Román: ¡Marcos! 
Mónica: Déjalo, Tomás.  
Rebeca: Tengo que ir al baño. 
Tomás Román: ¿Qué fue todo esto? 
Mónica: No es tu culpa, Tomás. Estos chicos hacen lo que quieren. Estoy agotada. Voy a comer algo y a ver un poco de tele. ¿Vienes? 
Tomás Román: No. Ve tú.  
Mónica: Okey.  
Tomás Román: Hey, Nico.  
Nicolás: Hola, papá.  
Tomás Román: No fue el mejor estudio de familia, ¿verdad? 
Nicolás: Mh, mh. 
Tomás Román: ¿Sabes de qué me olvidé? 
Nicolás: ¿De hacer la oración? 
Tomás Román: Si, de hacer la oración. 

3) Según la Biblia, ¿cuál es la mejor fórmula para criar a los hijos? (Deuteronomio 6:6, 7.) 

Tomás Román: Pues… Porque… Digamos que la enseñanza no es lo mío.  

Mario Vargas: Aun si eso fuera cierto, enseñar a tus hijos es tu responsabilidad.  

Tomás Román: Luego, al crecer los chicos, empecé a trabajar más para pagar las cuentas, y Mónica también se puso a trabajar. Eso nos afectó espiritualmente. ¿Crees que deberíamos haber sido más estrictos?  

Mario Vargas: Bueno, algunos niños necesitan más disciplina que otros, pero todos reaccionan bien a la paciencia, el amor y el interés.  

Tomás Román: Bueno, no sé. Creo que no hay una fórmula para criar a los hijos.  
Mario Vargas: Pues, ¿sabes que sí la hay? Deuteronomio 6:6, 7.  
Tomás Román: ¡Ah, sí! Cuando andes por el camino, cuando te acuestes, cuando te levantes…  
Mario Vargas: Pero ¿recuerdas cómo empieza el versículo 6? ¡Uy! 
Tomás Román: No, y con este golpe menos.  
Mario Vargas: “Estas palabras […] tienen que resultar estar sobre tu corazón.” Si tú no te tomas en serio la Palabra de Dios, ¿cómo lo van a hacer ellos?  
Tomás Román: Me imagino que te refieres a mi estudio personal.  
Mario Vargas: Tienes que ver la Adoración en Familia como el agua de la que depende la vida de tu familia. Sin agua, todo el mundo sufre.  
Tomás Román: Sí, claro. Pero aunque lleves el caballo al río, no puedes obligarlo a beber. ¿Café?  ¿Estoy a tiempo? ¿Podré llegarles al corazón?  
Mario Vargas: No los des por perdidos. Ellos lo notarán y quizás se rindan también. Aprovecha cualquier oportunidad para hacer que la Biblia les toque el corazón. Traten de comer juntos por lo menos una vez al día. No es quedará otra que hablar.  
Tomás Román: A veces paso días enteros sin verlos.  
Mario Vargas: Conversen cuando vayan por el camino, por ejemplo, a las reuniones.  
Tomás Román: La verdad es que no tengo ni idea de en qué andan.  
Mario Vargas: Averígualo. Habla con ellos. Y escúchalos. Trata de entender cómo piensan. Para eso sirve la Adoración en Familia.  
Tomás Román: Me siento tan inútil. Trabajo como un burro, me sacrifico y… mira como me va. 
Mario Vargas: ¿No será que sacrificas lo que no debes? ¿Qué puede ser más importante que estar con tus hijos? Es la única forma de llegarles al corazón.  

4) ¿Qué se puede hacer para mejorar la comunicación en la familia? 
Personal

5) ¿Qué cosas deben sacrificar los padres por el bien de sus hijos? 
Personal

6) ¿Cómo ayudaron los Vargas a la familia Román? (Proverbios 27:17.) 

Tomás Román: No, para nada. Ven, te muestro la cocina. ¡Ah! Está goteando otra vez. Lo arreglo ahora mismo para que se puedan mudar mañana por la noche.  

Mario Vargas: Pero ¿no es tu Noche de Adoración en Familia?  

Tomás Román: Si… Aunque para serte franco, Mario… por una vez más que la perdamos.  

Mario Vargas: No, Tomás. Tienes que ser constante. 

Tomás Román: Creo que nunca voy a lograr que el estudio funcione.  
Mario Vargas: ¿Por qué dices eso? 
Tomás Román: Pues… Porque… Digamos que la enseñanza no es lo mío.  
Mario Vargas: Aun si eso fuera cierto, enseñar a tus hijos es tu responsabilidad.  
Tomás Román: Luego, al crecer los chicos, empecé a trabajar más para pagar las cuentas, y Mónica también se puso a trabajar. Eso nos afectó espiritualmente. ¿Crees que deberíamos haber sido más estrictos?  
Mario Vargas: Bueno, algunos niños necesitan más disciplina que otros, pero todos reaccionan bien a la paciencia, el amor y el interés.  
Tomás Román: Bueno, no sé. Creo que no hay una fórmula para criar a los hijos.  
Mario Vargas: Pues, ¿sabes que sí la hay? Deuteronomio 6:6, 7.  
Tomás Román: ¡Ah, sí! Cuando andes por el camino, cuando te acuestes, cuando te levantes…  
Mario Vargas: Pero ¿recuerdas cómo empieza el versículo 6? ¡Uy! 
Tomás Román: No, y con este golpe menos.  
Mario Vargas: “Estas palabras […] tienen que resultar estar sobre tu corazón.” Si tú no te tomas en serio la Palabra de Dios, ¿cómo lo van a hacer ellos?  
Tomás Román: Me imagino que te refieres a mi estudio personal.  
Mario Vargas: Tienes que ver la Adoración en Familia como el agua de la que depende la vida de tu familia. Sin agua, todo el mundo sufre.  
Tomás Román: Sí, claro. Pero aunque lleves el caballo al río, no puedes obligarlo a beber. ¿Café?  ¿Estoy a tiempo? ¿Podré llegarles al corazón?  
Mario Vargas: No los des por perdidos. Ellos lo notarán y quizás se rindan también. Aprovecha cualquier oportunidad para hacer que la Biblia les toque el corazón. Traten de comer juntos por lo menos una vez al día. No es quedará otra que hablar.  
Tomás Román: A veces paso días enteros sin verlos.  
Mario Vargas: Conversen cuando vayan por el camino, por ejemplo, a las reuniones.  
Tomás Román: La verdad es que no tengo ni idea de en qué andan.  
Mario Vargas: Averígualo. Habla con ellos. Y escúchalos. Trata de entender cómo piensan. Para eso sirve la Adoración en Familia.  
Tomás Román: Me siento tan inútil. Trabajo como un burro, me sacrifico y… mira como me va. 
Mario Vargas: ¿No será que sacrificas lo que no debes? ¿Qué puede ser más importante que estar con tus hijos? Es la única forma de llegarles al corazón.  
Tomás Román: ¿Cómo?  
Mario Vargas: Bueno, habla con ellos. Dedícales tiempo. Que vean que quieres que sean felices. Y sobre todo, haz que Jehová sea parte de sus vidas.  
Tomás Román: El sistema nos ha distanciado tanto que parece imposible volver a unir a la familia.  
Mario Vargas: Bueno, no puedes controlar por completo su entorno. Pero si les enseñas cómo manejarse ante las malas compañías, del tipo que sean, ya habrás hecho mucho por protegerlos.  
Tomás Román: ¿Cómo se puede luchar contra todo?  
Mario Vargas: No te rindas y no cedas. Cambia las malas compañías por buenas. Ustedes son los mejores amigos que sus hijos pueden tener. Y también están los siervos de tiempo completo, como el de circuito y su esposa. 
Tomás Román: ¿Y si aun haciendo todo eso no funciona?  
Mario Vargas: Mira, Tomás. Al final cada uno decide si va a servir a Jehová o no. Nosotros cumplimos con nuestra parte al ayudarlos a tomar buenas decisiones, y Jehová hace el resto.  
Isabel Vargas: ¿Recuerdas lo que hablamos? ¿Mateo 6:33? ¿Buscar primero el Reino? 
Mario Vargas: No lo olvides Marcos: lo mejor es dejar que Jehová te guíe. Así llegarás lejos en la vida.  

7) ¿Cómo tiene que prepararse el padre si quiere que funcione la Noche de Adoración en Familia? 
Personal

8) ¿Qué hizo el hermano Román para que las cosas comenzaran a cambiar en su familia? 

(Tomás Román: Estaba dividido. Y ahora comprendo que el problema era yo. [Suspira]) 

Tomás Román: (2 Timoteo 2:22 dice: “Huye de los deseos que acompañan a la juventud”. Y luego añade: “Sigue tras la justicia […] junto con los que […] invocan al Señor”, o sea, con hermanos, no con un chico del mundo. Quería tener preparados un texto bíblico y una ilustración para cuando hablara con Rebeca, aunque no estaba seguro de en qué momento los usaría.) 

Rebeca: ¿Qué quieres saber lo que me importa, como me siento?  

Tomás Román: Por supuesto. ¿Qué te pasa?  

Rebeca: Nada.  
Tomás Román: Puedes contármelo, cariño.  
Rebeca: ¿El qué? No me pasa nada.  
[Suena el videochat] [Llamada de Justin] 
Tomás Román: ¿Es este el chico que querías invitar?  
Tomás Román: Rebeca, recuerda que ya hablamos de los novios la otra noche. ¿No te pareció razonable?  
Rebeca: Bueno, escuché lo que dijiste.  
Tomás Román: ¿Piensas que es importante lo que opina Jehová? Mamá y yo solo queremos protegerte.  
Rebeca: Él es más amable y tiene una actitud más abierta que algunos hermanos. Solo necesita que lo ayudemos.  
Tomás Román: ¡Becky, piensa! Si te enamoras, te será muchos más difícil saber si él ama realmente a Jehová y la verdad, o si solo le interesas… tú.  
Rebeca: ¡Así que no lo vas a ayudar! 
Tomás Román: Tú eres quien me importa. Soy tu padre. No voy a permitir que te hagan daño.  
Rebeca: A él le importo.  
Tomás Román: Y a mí también. Rebeca, ¿no ves lo que te está pasando?  
Rebeca: No creo que te interese.  
Tomás Román: ¿Te he contado alguna vez la historia de cuando empecé a salir con mamá? Tuve que viajar al país de tus abuelos porque su padre quería conocerme. Lo primero que me dijo fue: “¿Tú quién eres?” Yo le dije: “Tomás Román, Mónica ya le ha hablado de mi”. Pero él insistió: “No. Dime, quién eres. ¿Eres un hombre decente?”. ¿Por qué crees que me pregunto eso?  
Rebeca: Porque quería proteger a mamá.  
Tomás Román: Sí, los padres desean proteger a sus hijas. Ese es nuestro deber.  
Rebeca: Entonces, dale a Justin una oportunidad. Es un chico decente y acepta lo que soy. 
Tomás Román: Pero ¿acepta las normas de Jehová sobre lo que es decente? Becky, la tolerancia tiene límites. Cuando algo es indecente se sale de los límites.  ¿Ves esta pieza? Hicimos diez mil en la fábrica. Este borde, aunque no se note, sobrepasa un poquito el límite aceptable. Si la usáramos, dañaríamos una máquina carísima en pocos minutos.  
Rebeca: Papá, no entiendes. Yo no soy una máquina. Día tras día, me siento marginada por mis creencias, pero no me importa porque creo en la verdad y amo a Jehová. Pero Justin no me juzga a mí ni a nadie.  
Tomás Román: Me siento orgulloso de ti porque sé que amas a Jehová y no lo tienes fácil. Pero si Justin acepta cosas que se salen del límite de lo que Jehová considera decente, podría hacer que tú también las aceptes. Y eso podría arruinar tu relación con Jehová y tu vida entera. Becky. Te quiero, hija. Y si no hiciera todo lo posible por protegerte, sería más negligente de lo que ya he sido.  
Tomás Román: No puedo dejar de pensar en lo que dijo Rebeca, de que siempre estoy en el trabajo.  
Mónica: Algo de razón tiene. 
Tomás Román: Si supieras lo que me costó llegar a tiempo. 
Mónica: Lo sé, Tomás. Créeme que lo sé.  
Tomás Román: Está claro que lo que los niños necesitan no es dinero o cosas; es a nosotros, que realmente les dediquemos tiempo. 
Mónica: ¡Es tan difícil equilibrar sus necesidades y las demandas del trabajo…! 
Tomás Román: Me pregunto qué podemos hacer.  
Mónica: Tú y yo ni siquiera tenemos tiempo de hablar, de hablar de verdad.  
Tomás Román: Si pudiéramos trabajar menos horas. 
Mónica: Pero necesitamos los dos sueldos.  
Tomás Román: Quizás solo haga falta apretarnos un poco el cinturón.  
Mónica: Con las deudas y los gastos que tenemos, no sé cómo.  
Tomás Román: Vayamos paso a paso. Empecemos por comparar nuestros gastos e ingresos.  
Mónica: Me asusta. ¿Y si no llegamos a fin de mes? 
[Tomás Román sosteniendo la carta de fe] 
Tomás Román: Si le damos prioridad a lo espiritual, Jehová promete ayudarnos.  
(Tomás Román: Jeremías 17:9 dice que el corazón es traicionero y desesperado. Marcos había permitido que el deseo de su corazón apagara su amor por la Palabra de Dios. Era el momento de que yo intentara reavivar ese amor en su corazón. Tenía que conservar la calma, pero hablarle con firmeza. ) 
Marcos: ¿Qué quieres? 
Tomás Román: Hablar… de esto. 
Marcos: ¿Fuiste tú quien los tomó?  
Tomás Román: No, Nico encontró tu música.  
Marcos: ¿Cuál es el problema? Es algo que hago bien.  
Tomás Román: Escuché algunas de las canciones. ¿Tú harías las cosas que dice la letra?  
Marcos: Mira, yo solo escribo la música. ¿Okey? Además, sé lo que está bien y lo qué está mal.  
Tomás Román: Entonces, ¿por qué usas tu talento en lo que sabes que está mal? Hijo, no es solo la música, hemos… perdido… el rumbo… como familia. 
Marcos: No sé de qué estás hablando.  
Tomás Román: A ti te encantaba ir a las reuniones. Y si algún sábado yo estaba muy cansado para ir a predicar, me sacabas de la cama para que saliéramos. Amabas la verdad. ¿Qué te pasó?  
Marcos: Quizás maduré.  
Tomás Román: La madurez no te quita la felicidad. Otras cosas te la roban. 
Marcos: ¿Y tú te has mirado al espejo? 
Tomás Román: Bastante… últimamente. Sé que tengo la culpa de cómo estamos. He descuidado mi espiritualidad y he dejado que se guíen solos. No tenía ni idea de qué te interesa. Tenemos que hacer cambios.  
Marcos: ¿Qué quieres de mí? 
Tomás Román: Seis meses. Que te comprometas seis meses a ir a las reuniones, a predicar, a leer la Biblia todos los días… Y si después no te sientes más feliz que ahora, entonces… está bien. Ya veremos qué hacer.  
Marcos: ¿Y qué tal si me dejas vivir mi vida, a mi manera? ¿Eh? Tomar mis decisiones, cometer mis errores. 
Tomás Román: ¡No tienes ni idea de lo que dices! ¿De veras crees que los errores que cometemos no afectan a otras personas? Creo que ya es hora de que sepas lo que pasó con tu tío Marcos. Cuando tenía tu edad, lo que más quería en el mundo era tener un deportivo. Así que trabajé y ahorré hasta que lo conseguí. Pero para qué te sirve un auto así si no lo haces correr. Además, 
cuando tienes uno de esos autos los amigos que haces no siempre quieren lo mejor para ti. Una vez me pasé el día compitiendo con el auto y bebiendo cerveza, aunque no tenía edad para beber. Esa noche, mis padres me pidieron que cuidara de mi hermano menor.  
[Tomás Román de adolescente: Vamos solo hasta la vía del tren y volvemos. Nada más.] 
[Hermano menor de Tomás Román: ¡Súper!] 
Tomás Román: Mis padres no sabían dónde había estado… 
[Suena el silbato del tren] 
[Truenos] 
Tomás Román: …ni qué había estado haciendo. Yo me creía invencible.  
Hermano menor de Tomás Román: No veo nada. ¿No deberías ir más despacio?  Tomás Román de adolescente: Tienes miedo.  
Hermano menor de Tomás Román: No.  
[Sonido de un auto estrellarse] 
[Llantos] 
Tomás Román: Aprendí de la peor manera que, como dice Jeremías 17: “el corazón te traiciona”. Te puse Marcos, no solo para recordar a mi hermano, sino para no olvidar que mis decisiones, mis errores, afectan a otras personas. Yo confío en ti, hijo. Sé que quieres hacer lo que está bien. Pero tienes que estar en la Adoración en Familia para fortalecer tu relación con Jehová. A partir de la semana que viene. Y, Marcos…, no es una sugerencia.  

9) ¿Por qué hay que tener siempre la adoración en familia? (Efesios 6:4.) 
Personal

10) Sugiera algunas ideas para la noche de adoración. 
Personal

11) Cuando Tomás habló con su hijo mayor sobre la importancia de hacer lo correcto, ¿por qué fue bueno que hablara con firmeza, pero mantuviera la calma? (Jeremías 17:9.) 

(Tomás Román: Jeremías 17:9 dice que el corazón es traicionero y desesperado. Marcos había 

permitido que el deseo de su corazón apagara su amor por la Palabra de Dios. Era el momento de 

que yo intentara reavivar ese amor en su corazón. Tenía que conservar la calma, pero hablarle con 

firmeza. ) 

Marcos: ¿Qué quieres? 
Tomás Román: Hablar… de esto. 
Marcos: ¿Fuiste tú quien los tomó?  
Tomás Román: No, Nico encontró tu música.  
Marcos: ¿Cuál es el problema? Es algo que hago bien.  
Tomás Román: Escuché algunas de las canciones. ¿Tú harías las cosas que dice la letra?  
Marcos: Mira, yo solo escribo la música. ¿Okey? Además, sé lo que está bien y lo qué está mal.  
Tomás Román: Entonces, ¿por qué usas tu talento en lo que sabes que está mal? Hijo, no es solo 
la música, hemos… perdido… el rumbo… como familia. 
Marcos: No sé de qué estás hablando.  
Tomás Román: A ti te encantaba ir a las reuniones. Y si algún sábado yo estaba muy cansado para 
ir a predicar, me sacabas de la cama para que saliéramos. Amabas la verdad. ¿Qué te pasó?  
Marcos: Quizás maduré.  
Tomás Román: La madurez no te quita la felicidad. Otras cosas te la roban. 
Marcos: ¿Y tú te has mirado al espejo? 
Tomás Román: Bastante… últimamente. Sé que tengo la culpa de cómo estamos. He descuidado mi espiritualidad y he dejado que se guíen solos. No tenía ni idea de qué te interesa. Tenemos que hacer cambios.  
Marcos: ¿Qué quieres de mí? 
Tomás Román: Seis meses. Que te comprometas seis meses a ir a las reuniones, a predicar, a leer 
la Biblia todos los días… Y si después no te sientes más feliz que ahora, entonces… está bien. Ya 
veremos qué hacer.  
Marcos: ¿Y qué tal si me dejas vivir mi vida, a mi manera? ¿Eh? Tomar mis decisiones, cometer mis 
errores. 
Tomás Román: ¡No tienes ni idea de lo que dices! ¿De veras crees que los errores que cometemos no afectan a otras personas? Creo que ya es hora de que sepas lo que pasó con tu tío Marcos. Cuando tenía tu edad, lo que más quería en el mundo era tener un deportivo. Así que trabajé y ahorré hasta que lo conseguí. Pero para qué te sirve un auto así si no lo haces correr. Además, cuando tienes uno de esos autos los amigos que haces no siempre quieren lo mejor para ti. Una vez me pasé el día compitiendo con el auto y bebiendo cerveza, aunque no tenía edad para beber. Esa noche, mis padres me pidieron que cuidara de mi hermano menor.  
[Tomás Román de adolescente: Vamos solo hasta la vía del tren y volvemos. Nada más.] 
[Hermano menor de Tomás Román: ¡Súper!] 
Tomás Román: Mis padres no sabían dónde había estado… 
[Suena el silbato del tren] 
[Truenos] 
Tomás Román: …ni qué había estado haciendo. Yo me creía invencible.  
[Radio a alto volumen] 
Hermano menor de Tomás Román: No veo nada. ¿No deberías ir más despacio?  
Tomás Román de adolescente: Tienes miedo.  
Hermano menor de Tomás Román: No.  
[Sonido de un auto estrellarse] 
[Llantos] 
Tomás Román: Aprendí de la peor manera  que, como dice Jeremías 17: “el corazón te traiciona”. Te puse Marcos, no solo para recordar a mi hermano, sino para no olvidar que mis decisiones, mis errores, afectan a otras personas. Yo confío en ti, hijo. Sé que quieres hacer lo que está bien. Pero tienes que estar en la Adoración en Familia para fortalecer tu relación con Jehová. A partir de la semana que viene. Y, Marcos…, no es una sugerencia.  

12) ¿Cómo ayudaron Tomás y Mónica a su hija a tomar la decisión correcta respecto a Justin? (Marcos 12:30; 2 Timoteo 2:22.) 

Tomás Román: (2 Timoteo 2:22 dice: “Huye de los deseos que acompañan a la juventud”. Y luego 
añade: “Sigue tras la justicia […] junto con los que […] invocan al Señor”, o sea, con hermanos, no 
con un chico del mundo. Quería tener preparados un texto bíblico y una ilustración para cuando 
hablara con Rebeca, aunque no estaba seguro de en qué momento los usaría.) 
Rebeca: ¿Qué quieres saber lo que me importa, como me siento?  
Tomás Román: Por supuesto. ¿Qué te pasa?  
Rebeca: Nada.  
Tomás Román: Puedes contármelo, cariño.  
Rebeca: ¿El qué? No me pasa nada.  
[Suena el videochat] [Llamada de Justin] 
Tomás Román: ¿Es este el chico que querías invitar?  
[Se desconecta el videochat] 
Tomás Román: Rebeca, recuerda que ya hablamos de los novios la otra noche. ¿No te pareció razonable?  
Rebeca: Bueno, escuché lo que dijiste.  
Tomás Román: ¿Piensas que es importante lo que opina Jehová? Mamá y yo solo queremos protegerte.  
Rebeca: Él es más amable y tiene una actitud más abierta que algunos hermanos. Solo necesita 
que lo ayudemos.  
Tomás Román: ¡Becky, piensa! Si te enamoras, te será muchos más difícil saber si él ama 
realmente a Jehová y la verdad, o si solo le interesas… tú.  
Rebeca: ¡Así que no lo vas a ayudar! 
Tomás Román: Tú eres quien me importa. Soy tu padre. No voy a permitir que te hagan daño.  
Rebeca: A él le importo.  
Tomás Román: Y a mí también. Rebeca, ¿no ves lo que te está pasando?  
Rebeca: No creo que te interese.  
Tomás Román: ¿Te he contado alguna vez la historia de cuando empecé a salir con mamá? Tuve que viajar al país de tus abuelos porque su padre quería conocerme. Lo primero que me dijo fue: “¿Tú quién eres?” Yo le dije: “Tomás Román, Mónica ya le ha hablado de mi”. Pero él insistió: “No. Dime, quién eres. ¿Eres un hombre decente?”. ¿Por qué crees que me pregunto eso?  
Rebeca: Porque quería proteger a mamá.  
Tomás Román: Sí, los padres desean proteger a sus hijas. Ese es nuestro deber.  
Rebeca: Entonces, dale a Justin una oportunidad. Es un chico decente y acepta lo que soy. 
Tomás Román: Pero ¿acepta las normas de Jehová sobre lo que es decente? Becky, la tolerancia tiene límites. Cuando algo es indecente se sale de los límites.  ¿Ves esta pieza? Hicimos diez mil en la fábrica. Este borde, aunque no se note, sobrepasa un poquito el límite aceptable. Si la usáramos, dañaríamos una máquina carísima en pocos minutos.  
Rebeca: Papá, no entiendes. Yo no soy una máquina. Día tras día, me siento marginada por mis creencias, pero no me importa porque creo en la verdad y amo a Jehová. Pero Justin no me juzga a mí ni a nadie.  
Tomás Román: Me siento orgulloso de ti porque sé que amas a Jehová y no lo tienes fácil. Pero si Justin acepta cosas que se salen del límite de lo que Jehová considera decente, podría hacer que tú también las aceptes. Y eso podría arruinar tu relación con Jehová y tu vida entera. Becky. Te quiero, hija. Y si no hiciera todo lo posible por protegerte, sería más negligente de lo que ya he sido

13) ¿Por qué diría usted que Tomás y Mónica mostraron fe cuando simplificaron su vida? (Mateo 6:33.) 

Tomás Román: Está claro que lo que los niños necesitan no es dinero o cosas; es a nosotros, que realmente les dediquemos tiempo. 

Mónica: ¡Es tan difícil equilibrar sus necesidades y las demandas del trabajo…! 

Tomás Román: Me pregunto qué podemos hacer.  

Mónica: Tú y yo ni siquiera tenemos tiempo de hablar, de hablar de verdad.  

Tomás Román: Si pudiéramos trabajar menos horas. 
Mónica: Pero necesitamos los dos sueldos.  
Tomás Román: Quizás solo haga falta apretarnos un poco el cinturón.  
Mónica: Con las deudas y los gastos que tenemos, no sé cómo.  
Tomás Román: Vayamos paso a paso. Empecemos por comparar nuestros gastos e ingresos.  
Mónica: Me asusta. ¿Y si no llegamos a fin de mes? 
[Tomás Román sosteniendo la carta de fe] 
 Tomás Román: Si le damos prioridad a lo espiritual, Jehová promete ayudarnos.  
Mónica: ¡Te levantaste temprano! ¿Te llamaron del trabajo?  
Tomás Román: Creo que esto puede funcionar. En serio. Mira. 
Mónica: ¿Qué estoy mirando? 
Tomás Román: Un presupuesto. 
Mónica: ¡Uy! Necesito café.  
Tomás Román: Quizás no tengas que trabajar tanto, tal vez nada.  
Mónica: ¿De verdad? 
Tomás Román: Fíjate, este es mi sueldo. Esta columna son los gastos fijos. Esta otra son ahorros y donaciones. La última son gastos varios, haces las cuentas y ¡mira, gano más que suficiente!  ¿Olvidé algo? 
Mónica: Y, ¿la ropa? 
Tomás Román: Bien… ropa. Un poco justos. ¿Algo más? 
Mónica: Me sorprende… pero, no. Creo que no. 
Tomás Román: ¿Qué te parece? ¿lo intentamos? ¿es realista? 
Mónica: No hace mucho…. te habría dicho que no, pero creo que la cuestión es: si vamos a confiar en Jehová y dar prioridad a lo espiritual. Aunque asusta un poco. 
Tomás Román: ¿Vale la pena por los chicos?  
Mónica: ¿Y si no tenemos ni para una taza de café? 
Tomás Román: ¡Siempre tendremos para el café! 
Mónica: ¿Prometido? 
Tomás Román: ¡Yo vendo lo que sea, para comprarte el café! 
[Risas] 
Tomás Román: ¿por qué no hacemos una lista de las cosas que no necesitamos? 
Mónica: Uhm… ¿sabes? Es emocionante. Es como un nuevo comienzo. 
Tomás Román: Es seguir el consejo de Jesús.  
Mónica: Si los dos trabajamos menos… ¿qué haremos con el tiempo libre? 
Tomás Román: Seguir ayudando a los chicos y ponernos metas significativas, como dedicar más tiempo a la predicación

14) ¿Cómo ayuda este video a los cabezas de familia a ver la necesidad de cuidar la espiritualidad de su casa? (1 Timoteo 5:8.) 
Personal

15) ¿Qué deben estar decididos a hacer los cabezas de familia?
Personal

NOTA PARA LOS PADRES: Cuando esta representación dramática se presentó en la asamblea de distrito de 2011, ¿se dio cuenta de que su adoración en familia podía mejorar? Después de ver este video, ¿ha visto otros aspectos en los que tenga que mejorar? Pídale a Jehová que lo ayude a hacer los cambios que hagan falta para la salvación de su familia (Efesios 5:15-17).


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